Variaciones en uso del parque
En función del sector económico de cada empresa, nos encontramos con dos variables, bien polarizadas, en cuanto a uso de vehículos. Por un lado, el descenso de la actividad comercial, el aumento del teletrabajo y las restricciones de movilidad han provocado en muchas corporaciones una infrautilización de su parque móvil. Por no hablar de los coches de “pool”, todavía con menor uso. ¿Qué hacemos con estos vehículos? Ya hablamos en artículos anteriores sobre gestión de flotas en escenarios de incertidumbre. La solución más drástica es devolver unidades y cancelar contratos. Aunque existen alternativas. Como ofrecer a empleados “sin derecho” a coche de empresa- pero que por su posición no pueden teletrabajar- estas unidades infrautilizadas. De esta forma, evitaremos el uso del transporte público (potencialmente más peligroso en cuanto a contagios) y seguramente provocaremos una mayor satisfacción del empleado con la compañía.
Por otro lado, existen empresas (como Getaround), concesionarios (Quikly) y otras plataformas que buscan vehículos de bajo uso para convertirlos en coches de car-sharing. Puede ser una buena oportunidad para probar y rentabilizar algunas unidades.
En el otro lado de la balanza encontramos algunos sectores a quienes la pandemia ha beneficiado. Y por lo tanto, han incrementado su movilidad. En estos casos será necesario establecer mecanismos internos de control para no llevarnos sorpresas en forma de penalizaciones por excesos de kilometraje.
Tiempos de entrega dilatados
El nuevo ciclo de homologación WLTP ha obligado a revisar algunos motores y actualizar las previsiones de fabricación de otros. Ello comporta realizar cambios en cadenas de producción que a su vez provocan modificaciones en los fabricantes de componentes y suministros. Por no hablar de su afectación a nivel logístico.
Como consecuencia, las entregas de algunas marcas y modelos pueden demorarse más tiempo de lo esperado. Si queremos renovar flota, habrá que tener en cuenta este factor y, seguramente, anticipar el pedido y las negociaciones con fabricantes y operadores de renting.
Crisis financiera
Las perspectivas económicas para este año no son demasiado positivas. A ello hay que añadir que los resultados de la banca no son para “tirar cohetes”, al igual que los balances de muchas empresas. Como resultado es probable que, para eludir el riesgo de morosidad, el “grifo” del crédito no fluya con alegría. Y como ya ocurriera durante la denominada “crisis del ladrillo”, muchas empresas solo puedan renovar parcialmente su flota. ¿Veremos cómo se prorrogan contratos hasta los 7 u 8 años como ya se hizo hace una década?
Es probable que muchos operadores de renting no quieran apostar por estas prórrogas tan dilatadas, pues aumenta el riesgo de problemas mecánicos y el valor residual del vehículo desciende. Pero quizá algún operador convierta en práctica habitual ampliar la duración de sus contratos a 6 o 7 años. Para aquellos clientes con uso y kilometraje reducido (15.000- 20.000 kms/año), un vehículo con hasta 140.000 km está en buenas condiciones de uso, y puede dar un servicio seguro y fiable a su conductor.
Para eludir el riesgo de morosidad, el “grifo” del crédito no fluirá con alegría. Y es probable que muchas empresas solo puedan renovar parcialmente su flota
Con el cambio de hábitos y el menor kilometraje a recorrer, quizá es también el momento de rehacer los cálculos para comprobar si el periodo óptimo de utilización continúa siendo para un máximo de 5 años, con independencia del kilometraje que se recorra. La calidad y menor número de incidencias de mantenimiento de los vehículos actuales lo permite sobradamente. Aunque será el impacto del valor residual en la cuota quien marcará el punto de corte en términos de plazo.
Negociación de contratos
Este es otro de los temas que ya tratamos durante el pasado año y que seguirá siendo importante en este ejercicio. Si nuestra compañía es de las que mantiene o incrementa su negocio y, por lo tanto, necesitamos renovar o ampliar flota, es momento de aprovecharlo. Por un lado, negociando con nuestro operador de renting los costes de cancelación. Y por otro, intentando conseguir mejores cuotas o más servicios. No estamos hablando de “apretar” hasta el infinito a nuestros proveedores, pues siempre hemos sido partidarios de las relaciones win-win, de una colaboración de partnership y no de cliente- proveedor. Pero sí debemos intentar mejorar las condiciones anteriores ante un escenario de incertidumbre como el que vivimos.
La oferta de vehículos eléctricos es superior a la demanda, por lo que es el momento adecuado para calcular el TCM de la alternativa eléctrica
Renting flexible
Durante 2020 hemos comprobado cómo muchas empresas apostaban por el renting flexible. Es el producto perfecto para contextos como el actual, donde la incertidumbre no permite afinar cuántos vehículos necesitamos ni durante cuánto tiempo. Al ser una fórmula que no tiene penalización por devolución, el renting flexible seguirá incrementando su demanda. Aunque a costa de unas cuotas mensuales algo más elevadas.
Un buen momento para electrificar la flota
Todo apuntaba a que 2020 sería el año definitivo del coche eléctrico. En cierto sentido, sí lo fue. La inmensa mayoría de marcas lanzó modelos enchufables y a día de hoy la oferta es amplísima. Los fabricantes necesitan incrementar el ritmo de ventas de eléctricos. De ahí que, si estamos pensando en electrificar parte de la flota, es más que probable que podamos conseguir buenos precios. En estos momentos, la oferta de vehículos eléctricos es superior a la demanda, por lo que es el momento adecuado para calcular el TCM de la alternativa eléctrica para los vehículos cuya utilización se ajuste a las características de estos vehículos (autonomía, puntos de recarga…)
Revisión de objetivos de siniestralidad y emisiones
La pandemia ha provocado una importante reducción de la movilidad. En consecuencia, las flotas han recorrido menos kilómetros. Lo que a su vez ha reducido la siniestralidad viaria y las emisiones. En las memorias de RSC algunas empresas pueden verse tentadas de “sacar pecho” por la reducción porcentual de accidentes y huella de carbono. Pero todos sabemos que se trata de una “media verdad”. Es momento de ser honestos y de marcar objetivos reales, con cifras de accidentes y emisiones que sean proporcionales a la reducción de la movilidad.
Las entregas de algunas marcas y modelos pueden demorarse más tiempo de lo esperado. Si queremos renovar flota, habrá que tener en cuenta este factor y anticipar el pedido
Por otro lado, la menor siniestralidad de la flota supone ahorros en reparaciones, indemnizaciones… Y esto debe reflejarse en la mejora de condiciones, obteniendo un bonus en caso de tener contratada una póliza con bonus/malus.
Más telemática todavía
Los gestores de flotas y de movilidad tendrán que “hacer más con menos”. Y nada mejor que la telemática para optimizar el uso y los costes del parque móvil. Si todavía no contamos con un sistema de gestión de flotas, es el momento de hacerlo. La información que nos proporcionan estas plataformas permite tomar decisiones con un mínimo margen de error. Sabremos qué coches consumen más, cuáles están infrautilizados e incluso qué unidades son susceptibles de ser sustituidas por vehículos enchufables… En resumen, localizaremos las ineficacias de nuestra flota y podremos solucionarlas.
Además, y como parte imprescindible de un buen protocolo COVID en la política de flota, también nos permitirá tener trazabilidad de qué vehículo ha utilizado un conductor que ha contraído el coronavirus, limitando así la transmisión de la enfermedad en la plantilla de usuarios. Esta situación hace aún más necesario que los conductores dispongan de una aplicación de gestión de fácil acceso, que en la situación actual no disponen de las mismas facilidades de comunicación que en su puesto habitual de trabajo.